Bye, bye Tatras. Hello Bratislava

El día se ha levantado un poco tristón; primero, porque estaba lloviendo y segundo, porque dejábamos esta maravillosa región eslovaca. Las montañas siempre nos llaman, pero en este viaje que parecía que sólo íbamos a ver ciudades, nos llamaban más. Y la verdad que no han defraudado para nada.

Lloviendo como estaba nos hemos acercado hasta la plaza del pueblo para desayunar algo. En el primer garito que parecía que dieran café nos hemos metido. Hemos pedido un capuchino para Monkey N y un Chocolato (algo así era el nombre) para mí, un pastel cada uno y nos ha sentado a gloria.

Hemos recogido las cosas y nos hemos puesto camino Bratislava. Teníamos unos 4 horas desde donde estábamos, pero aunque una gran parte del camino ha estado lloviendo, no se nos ha hecho pesado porque el paisaje alegraba la vista, íbamos viendo montañas envueltas en niebla y bosques a nuestro alrededor. Menos 60 km todo el camino ha sido por autopista de dos carriles estupenda.

La llegada a Bratislava, como nos suele ocurrir siempre que entramos en una ciudad, ha sido un poco desastrosa. Como nuestros alojamientos no suelen ser "normales", encontrarlos suele ser un poco complicado, si a esto le sumas que te saltas la calle y las indicaciones que te da el del hotel, son un poco rarunas pues se convierte en una "pequeña" disputa entre Monkey N, la tía subnormal de google y yo. Pero al final hemos llegado, pero joder con el garito, ni a pie lo encuentras. Nos hemos tenido que meter por una calle peatonal que aparentemente sólo es para los tranvías y luego en esa calle peatonal, el hotel estaba metido en un callejón con patio interior, una locura.

Hemos llegado sobre las 14:30 así que era la hora perfecta para comer algo. Teníamos localizado un garito, Divny Janko, de comida típica y bastante barato. Pero el del hotel sin decirle nada, nos ha recomendado uno cercano, cervecería y de comida típica, nos ha comentado que por el centro los bares son para guiris, no se que pinta nos ha visto. La cosa es que, hemos ido a ese, y la verdad que como cervecería esta muy bien tienes unas birras muy buenas la negra cojonuda, pero como comida típica... creo que no. Si en una carta de comida típica hay ensalada Cesar, ya vamos mal como típico. Nos hemos comido mal, pero también tengo que decir que, para la zona, me parecido un pelín caro, aunque hemos acabado petados, todo hay que decirlo. Como estoy hablando de comidas y por seguir con el mismo tema, a la noche hemos ido al Divny Janko, y según hemos entrado hemos visto a unos polis cenando y le he dicho a Monkey N, esto es como los camioneros, si están estos aquí, se come bien y barato. Y sí, se come bien y barato, hemos pedido la sopa especial de la casa, una para cada uno, y luego un plato de pollo con patatas, beicon y cebolla. Estaba todo buenísimo. Esto aderezado con una Bud negra y agua para Monkey N, ha salido la cifra de 11,80 €. Por ese precio, en muchos sitios de Bilbao no pagas ni la birra que me he tomado, es mucho exagerar ya lo sé.

Ya os hemos hablado de la comida y ahora toca hablar de la ciudad. La verdad es que teníamos nuestras dudas sobre venir o no, algunos dicen que no merece la pena, otros que sí. Nuestra opinión es que sí merece la pena. Primero, es una ciudad muy cómoda. Segundo, lo que tienes que ver se puede ver en una mañana o en una tarde y sin agobios. Y tercero, nos ha parecido muy chula. Hemos visto lo primero el Castillo de Bratislava y sus jardines es un paseo agradable y no había mucha gente. De hay, hemos bajado al centro histórico a ver los doscientos monumentos que hay para ver. Pero hemos decidido que, lo mejor que podíamos hacer, es perdernos entre callejas y ya encontraremos las cosas. Y es una muy buena forma de conocer el centro de Bratislava, sin prisa, sin pausa y sin marcarse metas, ya que todo llega y todo se ve.










A media tarde parón a tomar un café para Monkey N y un vino de la región para mí, que había que probarlo. No estaba malo, cuando se te hace el paladar, al principio un poco duro, pero luego bien. Ha empezado a bajar el sol y se ha levantado un poco de aire, así que hemos ido al hotel y nos hemos puesto de largo. Aprovechando la caída del sol, nos hemos ido a dar un paseo por la orilla del Danubio, muy romántico, ¿a que sí? La verdad es que, se estaba como Dios: poca gente, una brisa agradable y buena compañía, que más se puede pedir. El paseo nos ha llevado de nuevo al casco histórico y de nuevo hemos dejado que nuestros pies guíen nuestro camino y hemos encontrado todavía más callejones sin salida, más rincones increíbles y más callejas donde no estar porque dan un poco de miedo. Como cambia una ciudad vista de día, a verla por la noche. 





Cuando nos hemos cansado de dar vueltas, hemos ido a cenar al garito que os hemos comentado antes.

Hasta aquí nuestro día, espero que en el curro lo estéis pasando por le menos igual de bien que nosotros. 

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